La enorme mancha de plástico del océano Pacífico es conocida por todos desde hace años, pero por desgracia también se ha descubierto que existe una de tamaño comparable en el océano Atlántico. Este horrible vertedero marítimo lo componen piezas de plástico de baja densidad y pequeño tamaño, que se usan para fabricar productos de consumo, entre ellos las bolsas de plástico.
Los científicos que durante más de 20 años han estado estudiando este lugar han manifestado que estos desechos plásticos se distribuyen, sobre todo, sobre la superficie marina. Esta ubicación de los residuos supone un problema extra a la contaminación existente, ya que las aves pueden confundir los restos de plástico con grandes cantidades de alimento.
El mar Rojo también sufre de este problema en sus aguas de bellos y extensos arrecifes de corales, donde, se cobijan y habitan, muchas otras especies propias de las profundidades marinas. Desde hace algunos años, todo este paisaje natural comparte espacio con bolsas de plástico que flotan libremente junto a peces, plantas marinas y corales, contaminando el hábitat y afeando el bonito paisaje marítimo.
Todo el ecosistema marino ve peligrar su existencia mientras se siguen consumiendo toneladas de bolsas de plástico. Las labores de limpieza que realiza el ser humano son aún mínimas para liberar al resto de seres y al planeta en general de esta masa de contaminación. Con un poquito de aportación personal podemos hacer de la tierra un lugar un más agradable, es tan fácil como reducir el uso de las bolsas de plástico.